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Presentamos «No hay tregua», cuarto adelanto del próximo disco en directo de El Drogas

A la espera de que el álbum vea la luz a finales de abril, compartimos con vosotros “No hay tregua”, cuarto adelanto del próximo disco en directo de El Drogas; el videoclip ya puede verse en Youtube. La canción fue incluida por primera vez en el tercer disco de Barricada, de homónimo título, publicado en 1986.

He aquí la canción de las canciones, el himno de los himnos, tal y como fue concebido casi cuatro décadas atrás; el atemporal himno tantísimas noches cantado a pleno pulmón por el público de Barricada, más que únicamente coreado.

Por medio de canciones como ésta, una de las más reconocidas de la longeva trayectoria de Barricada, El Drogas pone definitivamente la guinda a este trabajo, tras dejarse mecer y estremecer en el Navarra Arena la ya legendaria noche del 10 de junio por el colchón de voces tejido por un público que, una vez más, llegado el momento, lo dio todo…Y más, secundándole.

“No hay tregua”, la imponente reflexión con forma de canción; una composición transversal, hija de una época y que, literalmente, tantísimos años después, nos sigue poniendo los pelos de punta.

«Esta es una noche de rocanroll», tercer adelanto del próxmo disco en directo de El Drogas

Ya está a disposición de todos “Esta es una noche de rocanroll”, nuevo adelanto del próximo disco endirecto de El Drogas; el videoclip ya puede verse en Youtube, y el trabajo será publicado el 26 de abril por El Dromedario Récords. El tema vio la luz porprimera vez en el seminal disco de Barricada “Noche de rock & roll”, publicado en 1983.

No hay dos sin tres: así pues, tras los certeros lanzamientos de “Esperando en un billar” y “Mañana será igual”, ‘El Drogas’ vuelve a dar en el blanco a la hora de presentarnos un nuevo adelanto, correspondiendo tal honor a  la que fuese en su día auténtica tarjeta de presentación “Esta es una noche de rocanol”, primer single de la historia de Barricada y preclara declaración de intenciones.  

He aquí a ‘El Drogas’, en felicísima comunión con el público, dándose todo un baño de masas definiendo con la canción más acertada para ello la ya histórica noche del 10 de junio, fecha para no olvidar; haciéndolo como lo que fue, una auténtica noche de rocanrol: como todas las por él protagonizadas desde que un lejano día de abril de 1982 diese comienzo a la imperecedera trayectoria de Barricada.

Os recordamos que “Barricada 40º” está de preventa en nuestra web, pudiéndose adquirir en formato de espectacular y exclusiva caja hasta el 25 de abril.

Ya puede reservarse «El Drogas (Barricada 40º)», nuevo disco de El Drogas en directo: disponible el 26 de abril

Desde hoy martes 5 de marzo ya puede adquirirse en preventa “El Drogas (Barricada 40º)”, nuevo disco de El Drogas en directo y primero publicado por El Dromedario Records. Camino de que el trabajo vea la luz, dos singles y videoclips ya han sido publicados de momento, “Esperando en un billar” y “Mañana será igual”.

El lanzamiento se presenta en un pack muy especial, una caja exclusiva de edición coleccionista (unidades limitadas) con los siguientes contenidos:

  • Tres vinilos, un doble CD y un DVD con todas las canciones que sonaron en el épico concierto del Navarra Arena de Pamplona ante cerca de 12.000 incondicionales, el 10 de junio de 2023.
  • Un vinilo y un CD grabados a la manera de los discos piratas setenteros, con cada canción registrada en una sala diferente.
  • Un libro de 30 x 30 cms con las letras de todas las canciones del concierto del Navarra Arena manuscritas por Enrique Villarreal, más fotografías de dicha noche hechas por Ángel Delgado, Dani Fernández y Pablo Martínez.
  • Dos acreditaciones conmemorativas de la gira “Barricada 40º”.

Envíos a domicilio: promoción válida hasta el 25 de abril.

Enrique Villarreal, más conocidocomo ‘El Drogas,’ es un músico reconocido principalmente por haber sido el vocalista y letrista de Barricada, grupo fundado por él en 1982 que se convirtió rápidamente en todo un referente de la escena. Con ‘El Drogas’ al frente, Barricada destacó por su energía contagiosa, sus letras provocativas y reflexivas a un tiempo y por un sonido rabiosamente visceral. Durante más de tres décadas la banda lanzó aclamados álbumes y cosechó todo tipo de éxitos.

A la vista de su magnética presencia en las tablas, ‘El Drogas’ se convirtió de inmediato en una icónica referencia; su habilidad para expresar todo tipo de emociones a través de sus canciones ha marcado a generaciones y generaciones de incondicionales, y, a tenor de lo presenciado en 2022 y en 2023 durante toda su gira de ‘El Drogas (Barricada – 40º)’, lo sigue haciendo.

‘El Drogas’ emprendió en 2012 una destacada carrera en solitario, llevando consigo cual ADN la esencia del rock que lo ha convertido en leyenda. En abril de 2022,  Enrique Villarreal y sus músicos se embarcaron en una espectacular gira conmemorativa del 40º aniversario de Barricada, recorriendo todo tipo de escenarios y llevando la magia de su música por todos los rincones del país. La gira alcanzó su clímax con el llenazo histórico registrado el 10 de junio de 2023 en el Navarra Arena de Pamplona, donde protagonizó un apabullante concierto que ha quedado reflejado en el espectacular pack registrado en directo que os estamos presentando; el trabajo capturó como pocas veces se ha visto el atemporal poderío de las canciones de Barricada y la intensidad, la energía y la pasión de una noche inolvidable.

Además de por su inagotable talento como músico y por su capacidad para conectar con su público a un nivel más profundo, ‘El Drogas’ también ha destacado por su compromiso con causas sociales de todo tipo. Sus letras, cargadas de reflexiones sobre la vida y crítica social, han resonado desde el principio en las almas de su inmensa legión de seguidores, convirtiéndolo en una figura determinante en la escena rockera estatal.

Con una carrera que abarca ya más de cuatro décadas, Enrique Villarreal ha demostrado una y otra vez su entrega a la música, siendo su legado como líder de Barricada y como solista innegable.

Fuera de toda duda, con discos así, ‘El Drogas´ continúa al rojo, grabando con letras de oro su nombre como pilar fundamental de la historia de rock del país.

Presentamos «Mañana será igual», segundo adelanto del próximo disco en directo de El Drogas

Ya está a disposición de todos “Mañana será igual”, segundo adelanto del próximo disco en directo de El Drogas; el videoclip ya puede verse en Youtube, y el trabajo será publicado próximamente por El Dromedario Récords.

He aquí a Enrique Villarreal ‘El Drogas’ y los suyos desempolvando un tema de muy rabiosa actualidad, una pionera y en su época visionaria canción por la que, en lo referido a su temática, casi cuarenta años después no ha pasado el tiempo. El tema se incluyó en “Barrio conflictivo”, segundo disco de Barricada, publicado en 1985.

“Mañana será igual”, El Drogas al frente de su galeón pirata haciendo gala una vez más del viejo corsario que es, arropado por un pletórico mar de voces, viento en rock a toda vela: llevando los músicos a la catarsis al inmenso coro dirigido por Enrique, conformado por un público totalmente entregado: verdadero jugador número 12 en el Navarra Arena la ya histórica noche del 10 de junio, fecha en la que fue grabado este concierto.

“Esperando en un billar” primer single de adelanto del próximo trabajo de El Drogas

El Drogas, referencial músico de nuestro rock, colgó el cartel de ‘sold out’ el pasado 10 de junio de 2023 en el Navarra Arena de Pamplona con motivo del paso por la ciudad de El Drogas (Barricada – 40º), gira conmemorativa del 40º aniversario de la fundación de Barricada, protagonizando un concierto histórico que fue grabado para la posteridad. Ante casi 12.000 asistentes, dicha noche quedó reafirmado de forma incontestable cómo sigue siendo el impacto de Barricada: perenne e imperecedero.

Una de las canciones que sonó fue la mítica “Esperando en un billar”, primer adelantodel próximo disco y DVD en vivo extraído de tan épica actuación. El trabajo será publicado próximamente por El Dromedario Récords. El tema vio la luz por primera vez en 1983 en el primer disco de Barricada; ahora, 40 años después, de manos de la característica voz rasgada de Enrique Villarreal, “Esperando en un billar” vuelve a lucir en todo su esplendor: pura excelencia sonora y visual.

Enrique Villarreal, más conocido como «El Drogas,» es un músico reconocido principalmente por ser el vocalista y letrista de Barricada, grupo fundado por él en 1982 que se convirtió rápidamente en uno de los más relevantes de la escena. Con “El Drogas” al frente, Barricada destacó por su energía contagiosa, sus letras provocativas y por un sonido rabiosamente visceral. Durante más de tres décadas la banda lanzó aclamados álbumes y cosechó todo tipo de éxitos. 

A la vista de su magnética presencia sobre el escenario, “El Drogas” se convirtió de inmediato en un icónico referente; su habilidad para expresar todo tipo de emociones a través de sus canciones ha marcado a generaciones y generaciones de oyentes, y, a tenor de lo presenciado en el Navarra Arena, y durante toda su gira de El Drogas (Barricada – 40º), lo sigue haciendo.

“El Drogas” emprendió una destacada carrera en solitario, llevando consigo cual ADN la esencia del rock que lo hizo leyenda. En un gesto memorable, El Drogas y sus músicos se embarcaron en abril de 2022 en una extensa gira conmemorativa del 40º aniversario de Barricada, recorriendo escenarios emblemáticos y llevando la magia de su música por todos los rincones del país. La gira alcanzó su clímax con el llenazo histórico registrado en el Navarra Arena, donde protagonizó un apabullante concierto que quedará reflejado en un disco en directo que capturó como pocas veces se ha visto la atemporal magia de las canciones de Barricada y la intensidad, la energía y la emoción de una noche inolvidable. 

Fuera de toda duda, con discos así, “El Drogas” continúa al rojo forjando su legado como un pilar fundamental en la historia de rock.

Mi primera vez: así descubrí a Cicatriz

La primera vez que leí el nombre Cicatriz fue hace treinta y seis años, en julio de 1984; en plena desescalada hacia los Sanfermines en un cartel que anunciaba un festival denominado  S.Ferminiko Infernorock. La cita era en el Jito Alai, detrás del frontón Labrit, estando previstas entre las 19:00 horas del viernes 13 y las 7:00 del sábado 14 las actuaciones de hasta ¡17! bandas, entre ellas las de unos primerizos Los Rebeldes, Ser-Vicio Público o RIP.

Aquellos Sanfermines fueron muy especiales para mí, pues debuté en el mundo de la hostelería. ¿Mi destino? El Adiskideak de la calle Calderería, y mi horario, de 7:00 am a 10 am, para cubrir las necesidades etílico-festivas y alimenticias del personal en sus últimas horas de jarana o en las primeras del nuevo día: las de una clientela que, con el encierro en lontananza, ya no se tenía en pie o se acababa de levantar. Con un horario semejante, ¿cuál era mi plan? Dormir durante el día y salir con la cuadrilla y trasnochar directamente hasta el momento de ir a trabajar, algo que, al igual que cualquier otra jornada, hice el sábado 14 de julio, yendo muy entrada la madrugada al Jito Alai para ver a los RIP: responsables directos de que me encaminara hasta allí, toda vez que ya los había visto dos meses antes con la Polla Records en la Plaza del Castillo. Y de aquellas descubrí a Cicatriz.

Poco recuerdo de su actuación, si acaso a Natxo Etxebarrieta, su cantante,  en estado de ebullición total y que las canciones arrancaban y se paraban en medio de un gran desparrame, siendo lo más impactante la transgresión que su sola presencia en el escenario suponía.

Procedentes de Vitoria/Gasteiz, ciudad prima-hermana de Pamplona en muchísimos aspectos (muy conservadoras y tradicionales ambas, con importante presencia de curas, monjas y militares), Natxo, Pepín, Pakito y Pedrito, los Cicatriz, eran depositarios del espíritu salvaje de los Freak y de la banda que originariamente salió de sus cenizas como parte de un programa de terapia, Cicatriz en la Matriz, de quienes heredaron modos, maneras, cantante masculino, baterista, guitarrista y canciones como Escupe (“escupe a la ‘estupa’ / que va en su Ritmo”, en alusión al modelo de vehículo de la brigada de estupefacientes de la época, el Seat Ritmo), Cuidado Burócratas o Aprieta el gatillo, firmadas por el que fuera el cantante de los Freak, el hoy reconocido escultor Juanjo Elguezabal: autor de la escultura de El Caminante de Gasteiz que, dicho sea de paso, escribió letras en todos los discos de Cicatriz. Los tres obuses citados, incluidos en 1985 en el célebre Disco de los Cuatro, también iban  firmados por Pedro Landatxe, baterista, talento musical en la sombra y alma mater de los Zika, como se les conocería popularmente. 

Siendo esto así, pronto, muy pronto se materializó la conexión entre Pamplona y Cicatriz, multiplicándose de forma exponencial sus seguidores navarros conforme se iban sucediendo sus visitas: Pabellón Anaitasuna y frontón Bidezarra de Noáin en 1985, barracas políticas en 1986 en un caótico y multitudinario concierto (con nuevo disco recién publicado, Inadaptados), bar La Granja en otoño de 1987 con un jovencísimo Goar Iñurrieta como guitarrista en lugar de Pepín…

Habituales del Ttutt y con muy buenos amigos en la ciudad, como El Drogas, aún recuerdo la intensidad con que vivimos en el bar durante meses las canciones de Cicatriz, mediante una práctica que llevábamos a cabo los viernes a partir de las ocho de la tarde; cuando intuíamos cargado el ambiente, esto es, casi todos los fines de semana (“son las ocho y qué follón / en la manifestación…”) íbamos al Ttutt y a una con las señales horarias del reloj de la catedral comenzábamos a beber vinos, calentándonos a la vez que se encendían las calles con canciones de Cicatriz como Botes de Humo o cualquiera de las de InadaptadosEra un hombre, de la Polla Records; La línea del frente, de Kortatu Mucha policía poca diversión de Eskorbuto: qué subidones de adrenalina al ver desde el bar cómo corrían las botas de los antidisturbios al otro lado de la puerta, escuchándose cada vez más cerca, cual truenos tras los relámpagos, los pelotazos. 

Recuerdo que una tarde-noche de aquellas de nubes y claros (y claretes, más bien), tal vez a modo de editorial o resumen de lo que se vivía,  a una con los últimos estertores de la bronca sonó el Hay algo aquí que va mal de Kortatu, tema que Natxo cantó siempre en directo, desde los primeros tiempos, mano a mano con Fermin.

Tras años vividos a toda máquina, multiplicados por unos cuántos cada uno, en 1988, con fecha ya para la grabación de un segundo disco, Zikatriz (según se leía en la entrada) actuaron el 25 de mayo en la Plaza de toros de Estella/Lizarra, siendo este concierto el penúltimo de Natxo antes de un accidente de moto que lo dejó unos años fuera de juego, postrado en silla de ruedas hasta que, fuerza de voluntad y algo más de por medio, ante la incredulidad incluso de la clase médica, se levantó, quedando obligado, eso sí, a valerse de una muletas para andar. Y no solo se levantó, sino que en un increíble salto mortal volvió a poner en pie a Cicatriz, regresando en loor de multitudes con nuevo disco, 4 años, 2 meses y 1 día, y un par de conciertos, tres años después del de Lizarra: uno, el 8 de junio, en Gasteiz, y el otro, el 15, en Pamplona, donde llenaron el pabellón Anaitasuna  dando el grupo, en opinión de Natxo,  el concierto de su vida. Subidón, tras abrir para ellos La Polla Records. Ah, el grupo de Evaristo, cuántos conciertos protagonizó en este, el pabellón del rock por excelencia, ya propios, ya abriendo para otros en su vuelta (como en este caso) o haciéndolo en su despedida, algo que harían a finales de 1992 a propósito de la de Hertzainak.

Aún volvería a ver a Cicatriz otra vez en dicho 1991, esta vez en Bergara, en un concierto compartido en uno de sus regresos a los escenarios con aquellos a quienes un buen día de 1984 fui a ver al Jito Alai, los RIP. Con un grupo, al igual que Cicatriz, condenado a pasar por los escenarios como el Guadiana, yendo y viniendo. Poniéndose y quitándose de vez en cuando y que, como las Nochebuenas del villancico, se iban y venían, hasta que se fueron y no volvieron más… 

Tras haber vivido como un ciclón, a toda velocidad, y haber visto caer a toda la formación original; arrastrando su cada vez más castigado cuerpo como una cadena de presidiario, Natxo aún reorganizó los Cicatriz en otoño de 1994 para tocar en un concierto homenaje a Pakito, en el que también tocarían  RIP, registrando estos allí su disco en directo: algo que harían Cicatriz ese año en otro concierto, la víspera de Nochevieja, en lo que había sido la mítica sala Ilargi de Lakuntza. Con motivo de su publicación, en abril de 1995 me planté en Gasteiz y le entrevisté para El Tubo, revista en la que comencé en 1994 como entusiasta escribiente de rock & roll y en la que publiqué hasta el 2000 una larga lista de entrevistas y colaboraciones. Natxo y yo nos conocíamos por amigos comunes y por diferentes incursiones suyas en la Herriko Taberna de Pamplona, donde trabajé hasta 1993: Sanfermines de 1992, nunca olvidaré el día en el que tras entrar al servicio con su inseparable muleta y permanecer allí un buen rato (yo ya me temía lo peor), salió sin ella, dejándosela olvidada. Dicha muleta permanecería colgada durante muchísimo tiempo en el techo del local: la misma que a una con sus subidones, acababa volando en todos los conciertos, súper salvajes siempre, siendo dichos vuelos auténticos termómetros de la pasión con la que el cantante los vivía. 

A una con la entrada de 1996, el 5 de enero Natxo falleció, yéndose con él para siempre los Cicatriz, banda que tan profunda e imperecedera marca  dejó en la escena y en las almas de tantos de nosotros, connotaciones del nombre aparte. Vayan estas líneas en su memoria y en la de Papín, Pakito, Pedrito, Portu, Mahoma y Jul, estos tres últimos, de RIP.

J. Óscar Beorlegui

Mi primera vez: así descubrí a Barricada

Hablar de Barricada es hacerlo de adolescencia. De tiempos que arden y  hormonas social y musicalmente revueltas, tanto las mías como las del grupo ante su pistoletazo de salida hacia de los escenarios de la vida. Barricada llegaron a mí un 23 de abril de 1983, fecha para no olvidar. Dicho día tuvo lugar el segundo de los conciertos programados por Radio Paraíso contra su último cierre hasta entonces, y llevó al parque de Antoniutti de Pamplona a Barricada, Motos (banda en la que militaba Marino Goñi, de la discográfica Soñua) y Restos de Serie.

Recuerdo dicha fecha, además, porque tal día la representante de España en Eurovisión hizo buenísimo por primera vez el premonitorio verso de “nuevos cantantes hacen el ridículo en viejos festivales como Eurovisión”, incluido en Yo soy quien espía los juegos de los niños de Ilegales, quedando en la última posición. Vaya cómo me reí, habida cuenta de que dicho Festival se seguía anualmente en la casa familiar. Yo soy quien espía los juegos de los niños, por cierto, venía en el disco debut de los asturianos, publicado curiosamente aquel mismo 1983. 

No recuerdo mucho de las actuaciones del parque de Antoniutti. Me vienen a la cabeza flashes de un joven melenudo enfundado en su capa, acompañado sobre el escenario por otros tres de pintas similares, muy centrados los cuatro y motivados. Se trataba de Barricada, banda integrada por el incombustible Drogas, al bajo y a la voz; Boni y  Sergio Osés, a las guitarras y a las voces, y Mikel Astrain, a la batería. La noche de rock & roll deparó canciones como Niños de papáMuñecas imbéciles o Vagabundo, con las que el grupo me propinó un golpe de mano tan rotundo como el recibido la semana anterior, cuando descubrí a La Polla Records. Aquel día vi por primera vez a Barricada, pero no era su primera actuación.

Meses antes, con motivo de la Nochevieja de 1982, Radio Paraíso organizó con la revista Cuatrovientos una fiesta como nunca se había visto en Pamplona, denominada Nochevientos en el Paraíso. En el frontón Labrit, entre las 19:00 del 31 y las 7:00 am del 1 de enero se programaron actividades de lo más variadas,  que incluyeron un Festival infantil, la retransmisión de las campanadas, un cotillón con concurso de disfraces (tal vez arrancara así la tradición de disfrazarse en Pamplona en Nochevieja) y, de 4:00 am a 7:00, un festival de rock, con bandas como las FOP, La Polla Records (que por cuestión de descontrol de horarios no llegaron a tocar) y Barrikada, escrito su nombre así, con K. Finalmente, la hoja de ruta anunciaba para las 7:00 horas un viaje en autobús a San Cristóbal (actual monte Ezkaba) para ver amanecer, estando previsto después el regreso al frontón para degustar caldico y chocolate (del de tomar caliente se supone)… “Hasta que el cuerpo no aguante más”, según concluía el cartel. Los Barricada, trío hasta entonces, debutaron esa noche como cuarteto, con la incorporación del ex Kafarnaun Sergio Osés a las guitarras y a la voz. Los más viejos del lugar cuentan que actuaron sobre las 7:00 am ante cerca de 4.000 personas y que fueron los triunfadores de la noche. 

“¿Por qué esperar una señal?” Así comienza En la silla eléctrica, canción que abrió el primer disco de Barricada, y no, nadie sabe cual fue la señal que animó a Enrique Villarreal, el legendario Drogas, a liar la que lió. A materializar de una vez por todas su deseo de escribir canciones para escapar de su personal callejón sin salida tras regresar de su tormentosa mili en puertas de las Navidades de 1981, ingreso en el hospital incluido. Frío invierno siempre gris que te acaba doblegando…

Solo se sabe que la señal tal vez fuese dicha pregunta en sí misma, fraguándose en su cabeza en los días de ingreso con un único objetivo: combatir la criminal rutina a la que se veía nuevamente condenado. “Escribiré alguna canción / para olvidar que hoy es como ayer, oh, nooooo”, tal vez resonara en su cabeza. Sea como fuere, tras su paso por Kafarnaun antes de hacer el servicio militar, una vez de vuelta fue en el hospital donde decidió tentar a la suerte y formar un grupo que se llamaría Barricada

A los meses, al todavía no estrenado grupo (integrado únicamente por entonces por El Drogas y Boni) le surgió la posibilidad de actuar en el Rastro de la Txantrea, como teloneros de un grupo llamado Kaifás, el 18 de abril de 1982. El jefe de la empresa del sonido les dijo que les dejaría el equipo a cambio de que le limpiaran una bajera que tenía con toneladas de mierda. Y como alguien consiguió un camión de recoger chatarra, se pusieron a ello y consiguieron el equipo. Ya metidos en harina, tras un primer intento fallido, finalmente también consiguieron un batería para sacar adelante la actuación, recurriendo para ello a José Landa, a los parches en Kafarnaun. Fue este quien les presentó tras el concierto a Mikel Astrain, quien se ocupó de tambores y platillos hasta su inesperado fallecimiento el 2 de abril de 1984. La primera canción en sonar aquella mañana en el Rastro fue el Ave María (“Dios te salve, María, llena eres de graciaaa…”), una especie de introducción con ruido, con El Drogas sacando una calavera de debajo de la capa al tiempo que recitaba. Nadie lo sabía, pero la bomba estaba a punto de estallar.

Por aquellos años, 1982 – 1985, la calle era un hervidero donde se cocían todos tipo de utopías y proyectos. Las calles y bares como el Ttutt eran inmensos e intensos caladeros de ideas donde siempre pasaba o se tramaba algo, lo que llevó a la proliferación de todo tipo de comités y asociaciones ecologistas, antimilitaristas o pro-okupazion. Y, tal vez animados por el éxito de los conciertos callejeros hasta entonces organizados por Radio Paraíso, los incipientes nuevos colectivos pronto comenzaron a organizar conciertos reivindicativos de todo tipo, apuntándose en tropel las también incipientes bandas a subir a los escenarios. Así pues, además de en el pabellón Anaitasuna, que pisarían por primera vez en junio de 1983 junto con La Polla Records y Ángeles del Infierno y por segunda, junto a Derribos Arias y Kontuz Hi!, (presentando Noche de rock & roll y a un nuevo guitarrista, Alfredo Piedrafita, en sustitución de un Sergio Osés alejado del grupo por el servicio militar), Barricada también se dejaron ver tocando a pie de calles, siendo yo testigo de ello una mañana de diciembre de 1984 en la plaza del Ayuntamiento de Pamplona, donde se marcaron una impagable versión de Burning dedicada al por entonces alcalde, Julián Balduz (“Qué hace un alcalde como tú / en un sitio como ésteee”), o, en Marzo de 1985, también una mañana, en el quiosco de la plaza del Castillo, antes de que la concurrencia intentara okupar un local municipal en la cercana calle Zapatería: dicho día estrenaron Okupazion, tras abrir concierto, tal y como hacían aquellos años, con Aprieta el gatillo, de Cicatriz, y Pakean utzi arte, de Hertzainak.

Si algún colectivo triunfó en 1985 ese fue Katakrak, movimiento en favor de la okupazion surgido al calor de la radio libre Eguzki Irratia, depositaria a estas alturas del espíritu de Radio Paraíso. Para aglutinar el caudal musical de cuantas bandas locales apoyaban la okupazion de locales, Katakrak coordinó la grabación de una cinta en la que aparecieron Porkería T, Tijuana in Blue, Fiebre (herederos de los antiguos Motos), Belladona (con Aurora Beltrán en sus filas como guitarrista, incluyéndose su Una noche de amor), Malos Tratos, Ultimatum y, cómo no, Barricada, quienes aportaron una sorprendente versión del tango Solamente una vez. La cinta fue presentada en agosto con dos conciertos en Lumbier, Navarra, actuando Barricada en el segundo de ellos junto con Porkería T, Ultimátum y unos prácticamente debutantes Tijuana in Blue que, todo hay que decirlo, para darles de comer aparte, se lo comieron todo. Como curiosidad diremos que Barricada actuaron en primer lugar y que solo tocaron temas nuevos, los llamados a integrar meses después su disco No hay Tregua.

Dicho álbum se presentaría en abril de 1986 nuevamente en el pabellón Anaitasuna, recinto en el que en dicho 1985 actuaron en dos ocasiones: con Malos Tratos y Burning en febrero con motivo de la presentación de Barrio conflictivo y abriendo para Rosendo en junio, con la puesta de largo de su Loco por incordiar de por medio… Y lo que se pudiera contar desde este punto ya es de sobra conocido. Según la Biblia, un denominado “santo” cayó de un caballo, se golpeó la cabeza y  vio la luz. Yo, ahorrándome lo del caballo, podría decir que vi la luz un cada vez más lejano abril de 1983, con hallazgos como el de  Barricada. Eso sí que fue un descubrimiento, y no lo de Colón avistando las Américas. 

J. Óscar Beorlegui

Mi primera vez: así descubrí a Leño

Leño fueron el primer grupo por el que pagué dinero por un disco (Leño en directo, 600 ‘calas’ de la época) y una entrada (400 pesetas), siendo la banda sonora de la transición entre mi infancia y mi alegre juventud. Impactando con la fuerza de un obús en la línea de flotación de dicho tiempo de cambio. De unos años en los que, tras la oscuridad de los años de mi niñez, el futuro se podía tocar, dando la sensación de que podía salir el sol: materializados esos pensamientos en que ya salía sin mis padres (aunque con horario de vuelta de obligatorio cumplimiento) o en que ya había comenzado a entrar en las salas de recreativos para jugar en los pinballs y escuchar en sus sinfonolas unas canciones, a duro el tema, que nada tenían que ver con las que había escuchado hasta entonces. En mi caso y en mi casa, villancicos de temporada en Navidades, jotas navarras a cualquier hora en la radio y las atemporales coplas de los Payasos de la tele. 

Así de deprimente fue el panorama más o menos hasta 1981, año en el que con 14 años descubrí  a los Leño escuchando Radio Paraíso, señera emisora pirata de la ciudad. 

Tras mucho batallar en casa, al poco tiempo de aquello logré algo de capital importancia, que compraran un radio cassette para poder grabar canciones de las que pinchaban en la Paraíso y poder escucharlas una y mil veces. ¿Cómo lo conseguí? Llevando a la unidad familiar a mirar escaparates de comercios donde los vendían durante los tediosos paseos dominicales, actividad que básicamente consistía en andar por las  calles a la búsqueda y captura de escaparates. Así fue como dimos con el de una tienda en el que había expuestos radio cassettes y ¡oh, bendición; qué propicia alineación de los astros!, cintas de jotas navarras. No me acuerdo muy bien, pero el caso es que le hice ver a mi padre que comprando aquel aparato y algunas de aquellas cintas podría escuchar sus jotas cuando quisiera, sin depender de que las pusieran o no en la radio. No dijo nada, lo cual ya era buena señal, pero mordió al anzuelo el cabeza de familia. Un buen día fue a la tienda y lo compró. 

Para cuando llegué a los Leño mis oídos ya habían sido desvirgados en materia de rock por bandas como AC/DC, Motörhead, Deep Purple o Barón Rojo, cuyo primer disco, Larga vida al rock and roll, ya había hecho un buenísimo trabajo previo. Por aquel entonces  cursaba 8º de EGB, y en clase había alumnos que, por sacarse unas perrillas para sus cosas, ofrecían la posibilidad de grabar discos, a 100 o 150 pesetas la unidad, en caso de que tuvieran que poner ellos la cinta. A mí, cosa de la incipiente rebeldía que ya venía pidiendo paso, toda vez que mi rollo ya debía ser el rock (pese a que aún no lo supiese), aquello me pareció una muy buena idea.  

Mi padre llegó un buen día a casa con el radio cassette y unas cintas de jotas que nunca llegó a poner. Sea por lo que fuere, se olvidó inmediatamente de ellas. Siguió prefiriendo poner la radio, escuchándose jotas solo cuando sonaban en el dial. Siendo yo consciente de ello, habiendo descubierto en clase (hay que ver todo lo que aprendí aquel año), que si ponías cello en la hendiduras de los cassettes originales era posible regrabarlos, se me encendió pronto la bombilla. Estaba claro el siguiente paso a dar. Cada grabación de aquellas me saldría a 100 pesetas.

Uno de los de mi embrionaria cuadrilla adolescente tenía un hermano mayor que, cuando íbamos a buscarle para salir, casi siempre estaba encerrado en su habitación escuchando música: The Rolling Stones, UFO, Ted Nugent y también a Leño, cuyo cantante, un tipo de provocativo y deslenguado verbo, daba al cantar la sensación de que te estuviera gritando a la oreja, como bien ya sabía. Una banda que desde que la escuché por vez primera en aquella emisora pirata (Cucarachas, El tren, Maneras de vivir…) hizo que algo se desatara en mi interior, marcando un antes y un después. Aquel disco de Leño, en directo, sonaba también en la pista de autos de choque de Yanguas y Miranda, lugar al que el hermano de nuestro amigo nos llevó una tarde y en cuyo ambiente nos integró. Aquel LP eran palabras mayores para mí, por lo que se me metió entre las cejas que debía comprarlo. Que aquel no me lo grabarían. Que quería tenerlo original. Así pues, tras ahorrar como pude la paga de un mes, me encaminé un día a una tienda de discos en cuyo escaparate siempre me detenía a mirarlo y lo compré. Nunca se me olvidará la sensación que sentí al llegar a casa, meter la cinta en el radio cassette, darle al Play y esperar a que comenzara a sonar Sí señor.

La pista de autos de choque pasó a ser el eje de nuestras recién estrenadas vidas. Había música, chicas y podíamos permanecer horas apalancados sin gastar. Al ritmo de AC/DC, Los Chichos, Los Chunguitos o los Leño, allí se daba cita lo mejor de cada casa, además de algunos despistados jovencitos y jovencitas a los que los primeros se las ingeniaban para sacarles fichas… Y lo que surgiera, llevándose a cabo en los cercanos fosos de Ciudadela ciertos ritos de iniciación: primeros tortazos dados por unos y recibidos por otros (propinados por malotes de la pista a asustadizos usuarios a modo de prueba a superar para poder entrar en una u otra banda), primeros porros, primeros picos de caballo, primeros besos (o lo que se terciara) los más afortunados con La noche de que te hablé, a lo lejos, sonando de fondo…

Aunque nadie parecía saber mucho de ella, la heroína, mientras tanto, ya corría a sus anchas por Pamplona, siendo el Casco Viejo el cauce principal (aunque no único) que acogía su caudal. Por entonces, lo único que había en la calle era chocolate y caballo. En ocasiones, si teníamos pelas, primero íbamos a lo viejo y tras hacernos con unos litros pillábamos medio talego de costo, mirando con cara de envidia a aquellos que, como el hermano de nuestro amigo y otros como él, iban a Capitanía a chutarse. Parecía que la heroína era lo más. En mi despiste adolescente incluso llegué a llevar un pin en el que se veía un caballo blanco alado saliendo volando de una jeringuilla. Pese a que el ambiente era el que era, pronto acerté a alejarme de aquellas amistades y la tontería no fue a más, siendo los Leño lo más positivo que saqué de aquellos años.

Muy queridos en Pamplona y en Navarra en general, Leño visitaron la comunidad foral un buen número de ocasiones, teniendo yo la inmensa suerte de asistir a dos citas memorables: las brindadas en un pabellón Anaitasuna a rebosar, octubre de 1982, y en la plaza de Toros, en agosto de 1983, junto con Miguel Ríos y una casi debutante Luz Casal en la gira denominada El rock de una noche de verano. Y qué queréis que os diga, que pese a ser los segundos del cartel, ellos se lo comieron todo. Ellos nos dieron gusto del bueno. 

Tras depararnos Leño la de cal con semejante concierto, a los pocos meses recibiríamos la de arena, con la noticia de su separación. Nadie se lo podía creer. Todavía recuerdo a El Drogas de Barricada no sé si entrevistando o intentando entrevistar  a Rosendo en Radio Paraíso… En fin, se acabó… Leño llegaron, vencieron y convencieron, y, por la puerta grande, lo hicieron dejando más que plantada para siempre una semilla que, tras haberse materializado ya para entonces en Barricada, unos cuantos años después volvería a germinar, y cómo, plasmada en los Marea. Pero esto ya será otro contar. 

J. Óscar Beorlegui

Sonic Toys: Nuevo videoclip con colaboraciones de lujo

Sonic Toys presenta nuevo videoclip del tema Lenguas de Serpiente, para despedir la gira y los buenos momentos vividos desde el lanzamiento de su último disco Un Plan Mejor © (2016) El Dromedario Records.

En esta ocasión, la banda cuenta con las colaboraciones de grandes baterías que han llegado a forjar amistad con la banda durante el camino como son:

  • David Carrica (Tierra Santa)
  • Edu Karma (La Fuga)
  • Josu Erviti
  • Alén Ayerdi (Marea/Ciclonautas)
  • Brigi Duke (El Drogas/Koma)
  • Pedro Andreu (Héroes del Silencio/La R4d)
  • Xabi Jareño (Sonic Toys)

Música, letra y vídeo: Alex Sanz