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Mi primera vez: así descubrí a Manolillo Chinato

Como ya dejé caer en el primer texto de esta serie, a Extremoduro llegué tarde, y fue por mi culpa, habiendo pagado por ello el haberme visto privado año y medio de su disfrute. Pero, con haber sido ello una pena, toda vez que las mismas nunca vienen solas (‘penas y olas nunca vienen solas’), de manos de esta desgracia vino otra, no haber podido disfrutar en su momento en aquella cinta, MIkelín 90, del agreste sentimiento en corazón y carne viva de Manolillo Chinato, declamando a voz en grito el llamado con el tiempo a ser su más emblemático poema: Ama, ama, ama y ensancha el alma: en 1990, la mejor introducción & tarjeta de presentación de Jesucristo García. Escuchar aquel vozarrón, aquellos versos y aquel recitado de Manolo siempre me puso y me sigue poniendo los pelos de punta, y me temo que siempre lo hará.

1992 nos regaló Deltoya, tercer álbum de Extremoduro, disco que incluyó  el seminal poema transformado en canción, con algunas variaciones en sus versos. Nada más ver su título introduje la cinta en la pletina y la adelanté en su búsqueda, llevándome tras oírla cierta decepción: cual Pepito Grillo siempre al loro, mi fuero interno me decía que la canción, de mucha más calidad musical y musicalidad, en lo referido a transmitir y transgredir no superaba al original. Eso sí, pese a su sonoridad más convencional, el Ama, ama, ama y ensancha el alma incluido en Deltoya me fascinó. Con el tiempo se convertiría para siempre en la canción bandera del repertorio de Extremoduro.

El concierto de los de Robe en Abetxuko tuvo lugar el 22 de septiembre de 1990 en el marco de las fiestas alternativas de ‘Mikelin el Cashero’, protagonista de una célebre canción de Potato, representando la primera vez de los ‘Extremo’ en Euskal Herria y la primera a su vez de Manolo, ocasional acompañante de la banda por entonces, con ellos fuera de Extremadura. El cartel incluía también a Potato, La Polla Records (bandas que ya habían tomado parte en anteriores ediciones de las fiestas, estos últimos, en la de 1989, junto con Barricada) y Rosendo. El  de Carabanchel no estaba programado de primeras, entrando en el mismo a última hora en lugar de Mano Negra.

Barrio periférico de Vitoria/Gasteiz actualmente y pueblo con vitola propia por entonces, Abetxuko vio el arranque de los ‘MIkelines’ en 1987 como guinda musical del motivo central de unas fiestas erigidas sobre campañas sociales de concienciación, reivindicaciones y luchas varias: contra la ‘rikeza’, las guerras, el racismo, en pro de las escuelas populares de música… Además de 1990, los años 1991, 1992 y 1993 también vieron la publicación de cintas con parte de los conciertos, con canciones de Su Ta Gar, Reincidentes, Hertzainak, Parabellum o Maniática, entre otros. La organización de los ‘MIkelines’ corría a cargo la Asamblea vecinal de Abetxuko, la de parados de Gasteiz y algunos componentes de Potato que vivían allí. Creados en Nochevieja de 1984, Potato contaban para 1990 con tres trabajos y medio: el compartido con Tijuana in Blue (1986), Punky, Reggae, Party (1987), Rula (1988) y Erre que Erre (1990), y eran auténticos profetas en su tierra.

Pasarían unos años hasta que volví a saber de Manolo, un poeta del mundo, tal y como lo presentó Robe aquella noche. Fue en la entrevista que le hice a Extremoduro en 1998, con motivo del lanzamiento de Canciones prohibidas, cuando su nombre salió a colación, pues en el mundillo ya era más o menos sabido que Robe, Iñaki y Fito estaban musicando una selección de sus poemas. Dicha tarea, que en palabras de Robe tenían que sacar adelante sí o sí (“por el sistema porco, por cojones” según sus palabras en aquella entrevista), quedó plasmada finalmente en 2001 en Poesía básica, disco que firmaron como Extrechinato y Tú. El trabajo fue Disco de oro, aunque, cosa de las vorágines de todo tipo que envolvían a todos los músicos implicados, en primera instancia prácticamente quedó sin presentar.

Fiel acólito de Extremoduro y de cuanto sucedía a su alrededor, Kutxi Romero, cautivado por la torrencial lírica de un Chinato que en 2003 había visto publicado su primer libro, Amor, rebeldía, libertad y sangre, logró que grabara unos versos en Como los trileros, una de las señeras canciones de 28.000 Puñaladas, el cuarto disco de Marea. Y, con motivo del viaje de los Marea a Madrid para recoger los Discos de oro por las ventas de Besos de perro, abril de 2004, le invitó al acto, teniendo yo la oportunidad de conocer en persona a aquel hombre grande en todos los sentidos: Amor, rebeldía, libertad y sangre cual si fuesen los cuatro pilares sobre los que se asentara su vida, Manolo demostró aquel día ser la personificación del hombre libre, sabio, noble y bueno por excelencia, desprendiendo un perenne halo mágico solo con su presencia. Un último apunte haré al respecto: si en EEUU la libertad está representada por una estatua, a este lado del océano bien podríamos decir que lo está por él y su poesía.

Demos un salto en el tiempo, estamos en 2007. Parapetados tras el gran éxito de Extremoduro, Robe y ‘Uoho’ deciden montar una discográfica, Muxik. No era la primera vez que intentaban desarrollar un proyecto al margen de su fructífera entente musical: diez años atrás, sin ir más lejos, ya habían intentado publicar una revista, la Bicha, llegando a ver la luz únicamente un número ‘cero’ que se distribuyó en 1997 en los conciertos de la gira de presentación de Iros todos a tomar por culo. En esta ocasión montaron una discográfica, publicando en dicho 2007 tres discos de golpe: los álbumes debut de Inconscientes, banda fundada en 2006 por Iñaki aprovechando un ‘parón’ más largo que lo habitual de Extremoduro  (La inconsciencia de Uoho); Calaña (banda en la que encontramos a Alén, batería de Marea, aprovechando uno de los habituales ‘parones’ de su grupo: el grupo volverá a salir en esta serie) y Antisocial, grupo auspiciado por Dieguillo: bajista de Quemando Ruedas y a las cuatro cuerdas ocasionalmente en Cicatriz y Extremoduro antes de la llegada de Miguel Colino. Y, recordémoslo, en Pedrá.

Ya con su disco en la calle, el siguiente e imprescindible paso de Inconscientes fue salir de gira, y como el disco de Extrechinato y Tú no se había presentado, se les ocurrió que fuese con ellos Manolillo Chinato, disfrutando de un espacio antes del concierto y de otro en el mismo para recitar sus poemas: en este último caso, acompañado por la banda. Siendo esto así, salía Manolo, declamaba una docena de poemas, y en el curso de concierto regresaba al escenario para poner corazón y voz entre otros a Viento (Déjame ir contigo) y Eterno viajero, antes de regresar para hacer lo propio con Ama, ama…, el imprescindible broche final.

Nueve años tardaron los Inconscientes en darle continuidad al grupo con la grabación de un nuevo disco, Quimeras y otras realidades, poniéndolo en circulación El Dromedario Records. La discográfica y promotora se encargó de organizar la consiguiente gira, correspondiéndome a mí viajar con ellos como road-manager, en principio. Tras los primeros conciertos, la banda echaba de menos tocar Eterno viajero, algo imposible a primera vista sin la presencia de Chinato: hasta que alguien dio con la solución.

“Óscar, apréndete el Eterno viajero, vamos a probar a que salgas a recitarlo a partir del próximo concierto; le echamos un vistazo en la prueba de sonido y valoramos”, me dijo Iñaki en llamada telefónica un día de principios de febrero de 2017, ante mi estupefacción. No daba crédito a sus palabras. Y tras ensayar el poema cuatro días por mi cuenta, allí que me vi hecho un poema, sobre el tablado de la sala Las Armas de Zaragoza en mi primera vez sobre un escenario protagonizando un espectáculo inaudito e inédito. Y ya se sabe cómo son las primeras veces, las sensaciones encontradas que dejan. A la vista de que no me iba a quedar otra que seguir ejerciendo de Chinato, que asumir tan particular rol, a partir de aquel día me vine arriba pensando en disfrutar del momento, salvando de forma airosa la papeleta cuantas veces tuve que salir a recitar: más allá del inevitable miedo escénico, todo un orgullo para mí. Saber de la obra de Manolo (2017 vio la publicación de un nuevo libro, Poeta no quise ser) y conocer a la persona cambió en algo mi vida, llevándome a intentar ser mejor. Estoy seguro de ello. Claro, no seré yo quien diga si lo he conseguido o no. Lo que sí puedo proclamar a los cuatro vientos es lo orgulloso que estoy de haber podido ser su embajador: de haber podido salir a los escenarios en su nombre para compartir con el mundo su condición de eterno viajero. Nuestra condición. Manolo, Manolillo, un verdadero honor.

Mi primera vez: así descubría Fito & Fitipaldis

1997, septiembre. De aquellas, yo seguía escribiendo en El Tubo, algo que hice hasta que desapareció la publicación. Un buen día fui a Bilbo para entrevistar a Platero y Tú por la publicación de 7, su séptimo trabajo; y  en uno de los lances del juego, tras comentar Iñaki Antón algunas jugadas también relacionadas con Extremoduro (pocas semanas antes había terminado en Donostia la gira de los de Roberto Iniesta y había comenzado la de Platero y Tú, compartiendo ambos grupos cartel y guitarrista), salió a relucir un nuevo nombre, Los Fitipaldis, siendo posiblemente en esa entrevista la primera vez que se publicó: “los cuatro hemos hecho algo a raíz del parón de Platero… Tenía unas canciones, vi que había tres meses pa´ vacilar y monté un rollo de amigos”, comentó el bueno de Fito sin ser consciente, o sí, de que estaba en puertas de un cambio. Sea por lo que fuere, en cuestión de poco tiempo Fito pasaría de cantar “Pero hoy no nos queda ilusión / y los sueños se pudren” (Si miro a las nubes, de 7) a entonar, acompañado por Roberto Iniesta a la voz, que estaba muy bien en su nube azul, Trozos de cristal. Fito & Fitipaldis. Pronto, muy pronto Gorka Limotxo se echaría a un lado y cedería su espacio a un soldadito marinero que le abriría todas las puertas a Fito. Que le llevaría al mejor de los puertos. 

La verdad es que en lo referente a mi ‘carrera’ de escribiente de rock & roll no me podía quejar, haciendo esos años entrevistas tan especiales para mí como la hecha en 1996 a Iñaki Antón como miembro de Extremoduro (marzo, tal vez la primera que hizo como integrante de dicha banda, sin que ni él ni yo supiéramos que era la primera), la realizada a él y a Robe en 1998 con motivo de la publicación de Canciones prohibidas o, ya en 1999, la que hice a las dos semanas o así de conocerles a otros grandes, los Marea.

Estuve en el concierto de Anoeta de Platero y Tú y Extremoduro, de estructura similar a la de los ofrecidos por las dos bandas juntas y revueltas en 1996. Sobre el escenario Iñaki era el hombre a una guitarra pegado, tal y como lo hubiera definido Francisco de Quevedo… El bolo, último de la gira de Extremo y primero de la de Platero (así concebidas las giras para que ‘Uoho’ pudiera grabar con unos mientras giraba con los otros), comenzó con una primera hora de Platero y Tú, sonando a continuación Jesucristo García y recogiendo el testigo así Extremoduro. A la hora, retornaron los primeros, haciendo lo propio a la media o así los segundos… Finalmente, la cosa acabó en orgía, con las dos bandas haciéndoselo al alimón como traca final hasta quedar rematado el polvo con Ama, ama, ama y ensancha el alma

Un año más tarde, el sueño ‘fitipaldi’ del soñador que siempre fue Fito comenzaría a materializarse con la publicación de un disco, A puerta cerrada, álbum concebido a corazón abierto que rebosaba intimidad, complicidad y desnudez por todos sus cortes, descolocando a propios y extraños tanto con la música como con las letras de las canciones: sin duda el contacto casi diario con la lucidez de Robe y el haber comenzado ya el trato con Manolillo Chinato estaban haciendo su trabajo. Con el paso del tiempo Fito acabaría siendo uno de los tres puntales sobre los que se erigiría el proyecto Extrechinato y Tú, que ya se estaba fraguando. ¿Cual fue el primer paso que le llevó a ello?

1996. Tras dar Platero y Tú y Extremoduro el último concierto de la que había sido la gira del año (sábado 10 de noviembre, Palacio de los Deportes de la Comunidad de Madrid), encontrándose Fito de madrugada en su habitación, entró Robe con una especie de contrato redactado en un folio, y le pidió que lo firmara. “Fito, echa aquí una firma”, y Fito, a cambio de que le dejara dormir, sin ver de qué se trataba lo firmó. Sin comerlo ni beberlo se había comprometido a participar en la grabación de un próximo disco basado en la poesía de Manolo Chinato. Qué suerte tuvimos.

A puerta cerrada sorprendió por su sencillez, destilando un rock & roll de trago fácil pese a la variedad de los ingredientes utilizados en el cóctel: blues, rockabilly, swing, charlestón… Sin dejar de lado guiños hasta al flamenco, quedando plasmado lo dicho en un surtido de canciones como Rojitas las orejas, Barra americana, ¡Qué divertido!Mirando al cielo, Ojos de serpiente… más que perfectas para volver a ser persona las mañanas de resaca o para resucitar las tardes de domingo. O como Quiero beber hasta perder el control, versión de Los Secretos hecha con Enrique Urquijo aún en vida que, personalmente, me llevaba a canciones de 7 como Al cantar o Qué larga es la noche: aunque aún disfrutaríamos de otro disco más de Platero y TúCorreos, a la vista del alma de las canciones de A puerta cerrada, claramente podríamos afirmar que esas dos canciones apuntadas, Al cantar o Qué larga es la noche, son de transición. 

Recuperando el espíritu de aquella gira de 1996, 1999 vio la salida de gira de los extremeños con Fito como encargado de abrir los conciertos, comenzando el tour en Pamplona el 20 de marzo (“deja que llegue / la primavera”…) y pasando por Donostia nuevamente en septiembre. Se cuenta, se dice, que en el habitual ambiente de compadreo reinante entre Robe y Fito, el primero le dijo al segundo que quería salir de gira, a ver si sabía de algún grupo que tuviera algún cantante peor que él. “No me jodas”, respondió el de Bilbo… Ya en los conciertos, tras la actuación de Fito & Fitipaldis, se producía el cambio de bandas sin que la música dejase de sonar. El cambio tenía lugar cuando terminaba Mientras tanto, versión de Leño que se incluiría años después en Los sueños locos. Nada más concluir la canción, bajo los primeros acordes de Salir (banderín de enganche de Extremoduro de aquel año), giraba 180 grados la tarima redonda sobre la que reposaban dos baterías,  plantándose como por arte de magia el baterista de Extremoduro ante los estupefactos ojos de los presentes e incorporándose acto seguido al escenario los músicos y Robe de cara al comienzo propiamente dicho de la canción. Así, con Platero y Tú en el dique seco nuevamente e Iñaki enfrascado al cien por cien en Extremoduro, todo quedaba en casa, yendo Fito también de gira y pudiendo disfrutar además de grandes minutos de oro, como los que vivía al salir al escenario para cantar en Golfa

2001, el año de la desaparición fáctica de Platero y Tú, trajo un segundo disco de Fito & Fitipaldis, con el que llevarían a cabo su primera gira de salas antes de que explotara todo: algo que ocurrió en 2004, cuando de manos de un tema titulado Soldadito marinero, segundo single de Lo más lejos, a tu lado, tras años de tocar y tocar, Fito tocó a mano abierta el cielo con las manos, catapultando la canción al grupo hasta unas dimensiones en las que ni él mismo, en el mejor de sus sueños locos, soñó. 

Fito & Fitipaldis presentaron Los Sueños locos el 12 de enero de 2002 en la recordada sala Artsaia de Pamplona, llenándola por completo. Con el enfervorizado público lo más lejos, a su lado, en su último concierto en Navarra fuera de grandes recintos: espacios en los que, al igual que en el resto del país, su presencia se convertiría en habitual.

Tal y como hiciera en sus primeros trabajos, en el tercer álbum de Fito también se incluiría una versión, siendo esta vez la elegida Quiero ser una  estrella, de Los Rebeldes. Esta forma de proceder, rendir homenaje y sincero tributo a músicos que en opinión de Fito así lo merecían, se mantendrá en todos los trabajos del pequeño gran bilbaíno, viéndose incluidas en ellos versiones de Deltoya, Extremoduro (Por la boca vive el pez); Todo a cien, La Cabra Mecánica (Antes de que cuente diez); Nos ocupamos del mar, Javier Krahe (Huyendo conmigo de mí) o la de Entre dos mares de su banda madre, Platero y Tú, incluida en Fitografías. Y todo ello, ya que estamos, sin dejarnos en el tintero las enormes revisiones hechas a temas de Barricada (Callejón sin salida, con Robe también tomando parte) o La Negra Flor, de Radio Futura… Y sin dejarnos en el olvido la del Y yo qué sé de Tequila, perpetrada con Platero y Tú y Extremoduro en 1997. Llegados a este punto me pregunto, ¿habrá habido dos bandas que hayan colaborado más entre sí? ¿Dos bandas hermanadas como estas? En caso de que sí, me las presenten. Hasta entonces, mientras tanto, seguiremos esperando, mirándole a la luna el ombligo por ejemplo… ¿Las habrá? Irrepetibles ambas. Seguro que no.