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Deseo, nuevo single y lyric-video de Ciclonautas

Deseo es el cuarto single & lyric-video de Camping del hastío, el nuevo disco de Ciclonautas. Para llevar el tema a lo más alto se contó, entre otras, con la colaboración a la voz de Maialen Gurbindo, Chica Sobresalto.

Por medio de este lyric-video se constata que el  rock de Ciclonautas , rudo y crudo, volcánico e incandescente a un tiempo, también puede lucir ropajes de esencia cautivadora y demoledoramente melódica.  Que al power trío hispano-argentino dichos ropajes le van como anillo al dedo antes de la explosión final.

Aprovechamos para recordaros que la actual gira de presentación de Camping del hastío llevará próximamente al trío a los siguientes enclaves:

  • 18 JULIO, Canteras de Macael  (Almería, con Loquillo): ENTRADAS
  • 24 JULIO, Vitoria/Gasteiz, Las noches del Buesa (con Sôber): ENTRADAS
  • 28 JULIO, Murcia, Las noches del malecón (con Sôber): ENTRADAS
  • 8 AGOSTO, Noches mediterráneas, puerto de Alicante: ENTRADAS

Ya disponible «E-L-E-G-Í-A», nuevo disco de Sôber

Publicamos hoy viernes ELEGÍA, nuevo disco de Sôber. El trabajo ya está a vuestra disposición en nuestra tienda online, en los puntos de venta física habituales y en las principales plataformas.

Sôber  vuelven a seducirnos y cautivarnos con su nuevo álbum ELEGÍA, trabajo con el que van a reincidir a la hora de captar una vez más la atención del gran público: apoyándose en su personal magnetismo lírico y musical, lo harán de nuevo de forma transversal, habiéndose reinventado como solo de ellos cabría esperarse en este momento de su carrera: en esta nueva juventud que indudablemente están viviendo. 

Integrado por diez canciones, Elegía se asienta sobre tres súper singles que, escritos ya con mayúsculas en el palmarés del grupo (Mi heroínaVerona y Eclipse), lucen como lo que son, los puntales maestros del álbum: tres impresionantes luminarias sonoras de épico regusto magistralmente facturadas. Y todo ello sin hacer de menos al resto de las canciones, concebidas entre poderosas y envolventes atmósferas ricas en metal correoso y un Groove llamado a no dejar indiferente a nadie. 

Ciclonautas lanzan ‘Camping del Hastío’ el 21 de mayo y anuncian gira

Preventa del álbum firmado por el grupo ya disponible en la tienda online de El Dromedario Records. 

Madrid, Barcelona, Bilbao y Vitoria, primeras ciudades confirmadas de la gira. Entradas ya a la venta en www.ciclonautas.net

Ciclonautas acaban de anunciar que su tercer disco, ‘Camping del Hastío’, verá la luz el 21 de mayo. La preventa ya está disponible en la tienda online de El Dromedario Records, donde se pueden adquirir diferentes packs que incluyen este nuevo trabajo firmado por el grupo.

Además, la banda ha confirmado las primeras fechas de presentación del disco en las que visitarán Vitoria (30 de mayo, Urban Rock Concept), Madrid (4 de junio, La Riviera), Bilbao (12 de junio, Santana 27) y Barcelona (19 de junio, Apolo). Las entradas ya están a la venta en www.ciclonautas.net. ¡No te pierdas el directo más arrollador de la temporada!Vivimos tiempos complejos. Vivimos en el camping del hastío. El 21 de mayo empieza todo.

Ciclonautas presentan ‘Bombo Sicario’, su impactante nuevo videoclip

Este segundo adelanto de su próximo disco llega tras la enorme expectación que generó ‘El Sol’.

Los chicos malos del rock lo han vuelto a hacer. Tras la enorme expectación y repercusión que generó ‘El Sol’, Ciclonautas adelantan un nuevo tema de su próximo disco con la misma contundencia. ‘Bombo Sicario’ lleva un paso más allá el ambicioso sonido que marcaron con su anterior single.  Nuevos matices en la línea del stoner rock con el que regresan que promete un directo arrollador y que ya puedes escuchar aquí. La canción llega acompañada de un árido videoclip en el que la banda parece ser víctima de un ajuste de cuentas. Suerte que ellos son amigos hasta de la mismísima muerte para escapar de ella. ¡Ya lo puedes ver!

Muy pronto Ciclonautas anunciará su nuevo disco. Hasta entonces, viaja con ellos al desierto de ‘Bombo Sicario’ y… ¡no te fíes ni de tu sombra!

«No sé por qué», nuevo single y videoclip de Bourbon Kings

Bourbon Kings hacen gala nuevamente de su personal concepción del rap metal en No sé por qué, nuevo tema & videoclip erigidos sobre incontestables y contundentes bríos más acerados que nunca. Para la grabación del tema se contó con la colaboración especial a las voces de su productor Iker Piedrafita. 

No sé por qué ya se encuentra a disposición de todos en Youtube, así como en en las principales plataformas digitales.

Reserva ya ‘El sol’, el nuevo single de Ciclonautas

Comprando la edición limitada en formato físico del single entrarás en el sorteo de un pase privado con la banda para escuchar su nuevo disco antes que nadie.

El rock en mayúsculas volverá a brillar el viernes 18 de diciembre con ‘El sol’, el esperado nuevo single de Ciclonautas y primer adelanto de su próximo disco.

Ya está disponible la reserva de la edición especial limitada del single en formato físico que incluirá este nuevo tema de la banda hispano argentina que regresará tras 5 años con un sonido crudo y contundente pero, al mismo tiempo, tremendamente luminoso. Todos los seguidores que reserven el single entrarán en el sorteo exclusivo de una sesión privada con el grupo para escuchar su disco completo antes del lanzamiento.

El videoclip de ‘El sol’ nos va a volar a todos la cabeza. Todavía quedan unos días para verlo pero aquí tienes un adelanto para comprobar que Ciclonautas vuelven con más garra que nunca.

Mi primera vez: así descubría Marea

Una noche de Abril de 1999, un día cualquiera. Estoy en el Zumadi, bar que regento en Burlada, adelantando faenas de cara al cierre, cuando se abre la puerta y entran dos chavales, que a ver si les pongo un par de cañas y una cinta que me ofrecen. Me suenan de vista, de verlos por el Black Rose. Uno de ellos ya me había comentado que tenían un grupo: La Patera, se llamaban. Que ya me traerían una cinta al bar, me dijeron. Y allí estaban aquella noche, con su maqueta, titulada Marea, grabada en una TDK que aún conservo. Puse el casette y me sorprendió, pintaba bien la grabación. Dejé correr todas las canciones, desde la que le daba título hasta Como quiere tu abuelita, la última, y para su sorpresa volví a darle al play. Y empezamos a hablar: que a ver si conocía a Kutxi, que ya vendría otro día…Y llegó dicho día y el tal Kutxi de su mano, y el resto del clan: de la tripulación de aquel peculiar barco pirata que por entonces era La Patera, integrada además de por César y el Piñas, los chavales que me dieron la cinta, por Alén (casualidades de la vida, trabajaba en la asesoría que nos llevaba las cuentas del bar) y Kolibrí: el ‘Uoho’ de los Marea, tal y como me sería presentado meses después. Al día siguiente quedé con Kutxi para olernos de forma más pausada. Poco a poco los desembarcos de La Patera en el Zumadi fueron sucediéndose cada vez con más frecuencia (he ahí la sensación que me quedaba cuando llegaban, de estar ante un desembarco), hasta que llegó un momento en el que terminé por saberme parte de la tripulación.

“Va a subir la marea / y se lo va a llevar todo”, había cantado casi una década antes Roberto Iniesta en la ópera prima de Extremoduro, sin saber cuánta razón encerraban sus palabras. Que aquellos versos estaban llamados a ser proféticos: por azar del destino, La Patera acabó transformándose en Marea y, salvo a la banda de Robe y pocos más, cual tsunami todo se llevó.

Kutxi y yo no perdimos el tiempo para quedar, citándonos en un bar un día después de nuestra primera vez en el Zumadi. Ya allí, para abrir boca, me confesó que le había gustado mucho una entrevista que había hecho a Extremoduro con motivo del lanzamiento de Canciones prohibidas, publicada en El Tubo,  diciembre de 1998. Que sepas que la tengo colgada en mi cuarto, dijo mirándome. Viendo la pasión y confianza con que me estaba tratando, pensé que aquel tipo y yo teníamos bastante que ver, y le correspondí con la misma cercanía. Tras hablar un buen rato de música y confiarnos mutuamente curiosas peripecias relacionadas con ella, la conversación se escoró hacia el terreno de la literatura, confesándole yo algo que aún no conocía mucha gente: que también escribía con el ‘alias’ de El Piloto Suicida: con cierto éxito, con todo el éxito del mundo para mí (esto no le dije), toda vez que dos años atrás había comenzado a enviar artículos a Egin así firmados y, pese a que no sabían quién era, salían publicados. Kutxi me miró abriendo los ojos más si cabe: que sepas que el artículo que escribiste sobre la muerte de Lady Di (Di de dinero, Di de difunta) lo tengo colgado al lado del de Extremoduro, fueron sus palabras. Desde esos días nos hicimos inseparables, él, yo y los Marea en general.

A partir de ahí nuestros caminos se enredaron para siempre, quedando yo con ellos por sistema ya para asistir a conciertos de otros (siendo la primera vez a propósito de la primera visita de King Putreak al Terminal, serían unas cuántas más), o de La Patera, como el ofrecido en el mes de mayo en el Maiatza Rock de Burlada. O ya con el nombre de Marea, en agosto de dicho año en el Black Rose. Viendo yo la aceptación que estaba teniendo la banda, el no se sabía qué que tras sus conciertos quedaba flotando de forma mágica en el ambiente, una cosa tenía clara: aquel grupo tenía algo. Estaba cantado, sí: y más que lo que iba a ser cantado con el tiempo Marea, el primer tema de aquella primera maqueta.

Ya en diciembre, los Marea me hicieron un hueco en su furgoneta para ir con ellos a Vallekas, a un bolo de presentación en la legendaria sala He Be. Conducía June, encontrándose en Madrid de promoción Alén, César y Kolibrí. Cosas del invierno, la ida se transformó en una odisea de casi doce horas de duración pasada por nieve, retenciones y frío, teniendo yo la ocasión de ver de primera mano una de las caras del rock menos conocidas y una de las más duras: la referida aquella mañana de diciembre a la carretera, al filo de lo imposible por momentos, con sus invernales/infernales circunstancias a flor de asfalto en algunos tramos: vuelcos, camiones en las cunetas abiertos de patas en una especie de “espagat”, interminables e intermitentes paradas… ¿Lo  mejor del viaje? Esto… La música aportada por el primer disco de un grupo que, compañeros de discográfica de los Marea por entonces y con su primer disco recién publicado, en pocos meses daría infinitamente que hablar.

Finalmente, con el tiempo justo, sobre las 19:30 llegamos a la sala He Be, donde, ante cerca de treinta personas (en el mejor de los conteos, Kike Turrón entre ellos) tocaron los ocho temas de la maqueta más algunos nuevos, con uno de estos, Corazón de mimbre, brillando con luz propia. Toda vez que al día siguiente casi todos teníamos que volver a casa por temas de trabajo, tras depositar la furgoneta en un aparcamiento denominado ‘Poético’ (ni habiéndolo buscado a propósito), nos retiramos pronto a descansar, a un apartamento a todas luces insuficiente para todos: allí, aquella noche, Alén y June me mostraron como nunca antes hizo nadie su gran corazón y humanidad.

El año 2000 trajo nuevos viajes (cómo olvidar la primera vez a Villar del Arzobispo, Valencia, donde se tocó en un disco-pub, o a Agurain, invitados al concierto del 20º aniversario de La Polla),  y nuevo disco, Revolcón, tras ver el grupo la inclusión de una de sus nuevas canciones, Si viene la pestañí, en el recopilatorio veraniego Aurtengo Gorakada, que con gran éxito llevaba lanzando desde 1997 su nueva discográfica, GOR. A dicho pueblo de Valencia regresaríamos varias ocasiones más, compartiendo carteles con Berri Txarrak, Boikot, Soziedad Alkohólika o Barricada. Con motivo de una de aquellas visitas, se hicieron unas botellas de vino conmemorativas, correspondiéndome el honor de salir en la etiqueta. Ya con unas botellas en mi poder, decidí regalar una a mis padres. Y en buena hora, he aquí qué dijo mi madre al reconocerme en ella: “me parece muy bien que vayas a fiestas de los pueblos, pero que vuelvas en las botellas…”

Apenas entrados en 2001, nuestro primer viaje fue a Muxika, Bizkaia, para visitar a Iñaki ‘Uoho’ Antón, cuyo nombre se llegó a barajar para asumir la producción de Revolcón, aunque la cosa quedó en nada: algo que se haría realidad al año siguiente, aunque aún no lo sabíamos. Y allí que fui con ellos, toda vez que yo puse a ambas partes en contacto: no en vano para entonces había entrevistado tres veces al legendario guitarrista de Extremoduro y aún de Platero y Tú. Ya en primavera, dicho año llevó al grupo por primera vez al Viña Rock, correspondiéndoles abrir el festival, y en verano, a protagonizar en la Aste Nagusia de Bilbo un concierto junto a los Platero, uno de los últimos antes de su separación.

2002 vio la grabación del tercer disco, Besos de perro, con ‘Uoho’ al mando de la nave, y de manos de dicho álbum, tres, dos, uno, ¡cero!, llegó el final de la cuenta atrás hacia el comienzo del éxito masivo, sin que el mismo haya decrecido en ningún momento hasta la hora de redactar estas líneas: más bien al contrario, habiéndose acrecentado exponencialmente disco a disco, gira a gira. Por cierto, en dicho 2002 Marea regresarían al Viña Rock, correspondiéndoles cerrarlo.

2004 vio un nueva ‘excursión’ a Madrid por un motivo que, a partir de entonces, a una con la publicación de todos sus discos, se convertiría en habitual: la recogida de un primer Disco de Oro por las ventas de Besos de perro, recibiendo yo también uno que me fue entregado por Alfredo Piedrafita: algo, recibir un disco de oro concedido por Marea, que volvería a disfrutar en 2007 en puertas del primer viaje transoceánico del grupo, (por las ventas de Las aceras están llenas de piojos, me lo entregó Rosendo); 2012 (por las de En mi hambre mando yo (me lo trajo Kutxi y me lo dio en nuestro bar de cabecera, el Manolo de Santa Engracia de Pamplona) y en 2019 por las de El azogue, recogiéndolo en esta ocasión de manos de Iñaki Antón y Roberto Iniesta: solamente por haber sido objeto de semejantes distinciones me considero más que pagado en el mundo del rock & roll. Marea en fin. Mis hermanos en lo bueno y en lo mejor, nada que reprocharles en tantos años de compadreo, ¡la madre del cordero, desde Nochebuena de 1997 la que han liado! La madre del cordero y del rebaño entero. Y de cuantas madres engendraron el rebaño. Mis Marea, única banda de su nivel y trayectoria que, tal vez porque se quieren, continúa conformada cerca de veinticinco años después por sus mismos cinco miembros originales. Y lo que te rondaré morena, siendo los mismos que cuando empezaron y como los dedos de una mano siempre, uno para todos y todos para uno. Como siempre fue, ha sido y será, capitaneados por un Kutxi experto en dibujar nuevas piruetas en cada nuevo salto mortal, demostrando siempre una fortaleza y una agilidad metal fuera de lo común: y, a la chita cantando, coser y cantar, ahí siguen, hilvanando melodías y emociones en su particular rueca, prestos al unísono a acariciar almas y espíritus con su música o a golpear: a dar golpes de mano con cada uno de sus lanzamientos, áureos ya por definición. Kutxi, Alén, César, Piñas y Kolibrí, más grandes que la luz del sol.

J. Óscar Beorlegui

Mi primera vez: así descubrí a Negu Gorriak

Antes de que comenzara a escribir en El Tubo, cuyo nº 1 vio la luz en junio de 1989,  ya era lector de la revista. Devorador compulsivo más bien, lo mismo que de Bat, Bi Hiru, suplemento musical de Egin capitaneado por el para mí imprescindible Pablo Cabeza. Leyendo en ambos medios entrelíneas determinados artículos fui teniendo la sensación de que tras la separación de Kortatu, en las siempre bullentes cabezas de Fermin e Iñigo Muguruza se estaba tramando algo: desde el verano de 1989 (concretamente), quedando confirmados mis mejores presagios con la publicación por sorpresa en junio de 1990 del primer disco de su nuevo grupo, cuyo nombre, en lo que fue un gran golpe de mano, no había trascendido al gran público: Negu Gorriak. La formación, trío en sus inicios, estaba integrada por Fermin, a la voz, Iñigo, a las guitarras y Kaki Arkarazo, a la producción y también a las guitarras.

Rupturistas donde los haya en fondo y formas, Negu Gorriak no representaban una evolución sin más respecto a Kortatu, sino toda una revolución de desconocidas dimensiones a la vista del potencial de su disco debut. Negu Gorriak representaban una especie de factoría sonora y de ideas frente al concepto de banda convencional, y su irrupción fue volcánica, pillando la erupción con el paso cambiado a casi todos. Y es que ninguna otra banda del entorno había procedido así hasta entonces,  publicando su primer disco sin haberse dado previamente a conocer y, claro está, sin haber actuado en directo. Y sin vocación de hacerlo de primeras, de salir a la carretera como salían y siguen saliendo las bandas: tal y como los mismos Fermin e Iñigo lo habían sufrido en Kortatu, antes de terminar agotados y engullidos por el bucle disco – gira – disco. De hecho, con su primer álbum en la calle, solo harían una actuación, diciembre de 1990 ante la prisión de Herrera de la Mancha. Tal vez lo que estaban diciendo con ello es que, a la hora de tocar, iban a marcar y controlar ellos los tiempos. 

Con planteamientos como esos su sorprendente primer disco marcó de sopetón el arranque de la década de los noventa, dejando entrever con 14 certeros hachazos las bases, los pilares sobre los que se asentaría la espectacular trayectoria del grupo: desde la creación en 1991 de Esan Ozenki como discográfica llamada a editar sus álbumes (hasta cuatro veces se repite dicho nombre en la primera canción del disco, así titulada, toda una declaración de intenciones) hasta la de Bertso Hop, tienda concebida como eje de la distribución de los mismos y título de otro de los hits, brillando además con singularísima luz propia temas como Irakats ziguten hostoria, Amodiozko kanta Radio Rahin: rotunda carta de presentación que venía con un videoclip firmado por un video-realizador cada vez más reconocido, Manolo Gil. Para estas alturas la popularidad del otrora propietario del Ttutt ya había tocado techo, tras haberse encargado en 1989 de la grabación del laureadísimo video doble directo de Barricada

Quedaba claro que en la nueva normalidad musical puesta en marcha por  los Muguruza nada quedaba al azar, habiendo sido todo minuciosamente pensado: incluso el nombre del grupo, cogido prestado de la letra de una canción de Mikel Laboa, Gaberako aterbea. Dicha canción fue versionada por Negu Gorriak a finales de 1990 en un disco homenaje al citado, Txerokee, Mikel laboaren kantak. Los por entonces prometedores Su Ta Gar también incluirían en dicho álbum una versión-homenaje a Laboa, Haika mutil, cosechando con ella su primer gran éxito de masas.

Estaba claro, cada paso a dar estaba repensado y repasado al milímetro, previo paso y análisis en la cabeza fría y el corazón caliente de Fermin: estratega y agitador más que músico solamente que, tras traficar en los ochenta con el punk y el ska-hardcore poniendo a los vascos con sus ritmos en pie de baile, ahora se disponía a hacernos rapear, cambio previo de las txapelas por las características gorras del hiphop. Y lo consiguió. 

1991 trajo un segundo disco del grupo, Gura Jarrera; la programación de una primera gira, Power to the people tour 1991, internacional nada más y nada menos; el cambio de formato, pasando la banda de ser trío a quinteto (con la incorporación de Mikel Kazalis, de Anestesia, como bajista, y de Mikel Ábrego, de BAP!!, como batería) y la fundación de la discográfica Esan Ozenki como plasmación de la querencia de Fermin por la autogestión y lo que actualmente se denomina 360: tratar de abarcar y de centralizar todos los aspectos relacionados con la carrera de un grupo, siendo en esta materia todo un pionero. 

Dicho año 1991 sorprendió además a propios y extraños por la creación de discográficas por parte de muchas bandas, apareciendo sellos como Cika Records o Aketo, auspiciados por Cicatriz y Hertzainak respectivamente. Pero no era algo nuevo, previamente ya lo habían intentado La Polla Records en 1987 (Txata) o Eskorbuto en 1988 (Buto-Eskor), haciéndolo en años posteriores Soziedad Alkoholika (Milagritos, 1995) y ya en 2007, Su Ta Gar (Jo ta Ke Ekoizpenak) o incluso Extremoduro, Muxik.

El primer concierto de dicha primera gira tuvo lugar el 7 de septiembre en Ezpeleta, ciudad de Iparralde o país vasco-francés sita a 82 kilómetros de Pamplona; y toda vez que Iruñea no salía en el listado de ciudades a visitar, allí que fuimos, sin mapa de carreteras, entradas ni franco alguno (moneda francesa de la época), disfrutando, eso sí, como niños pequeños del concierto: creada la banda como nunca habíamos visto hasta entonces (en mi opinión, como si de una suerte de ‘euskal selekzioa’ o selección musical vasca se tratara), Negu Gorriak sonaron en su presentación como un cañón, quedando sobradamente cumplidas las expectativas de cuantos peregrinamos allende la frontera para verles.

Profundizando hasta límites insospechados en las mixturas estilísticas mostradas en su primer álbum, Gure Jarrera vino a decirnos que dicha miscelánea, plasmada sin complejos ni prejuicios mediante un crossover brutal, había venido para quedarse, siendo la nueva consigna ‘sustraia, rock, rap, reggae’ (BSO): toda una defensa de las raíces de Negu Gorriak, reivindicándolas ellos en este álbum tal y como hicieran Sepultura con las suyas cinco años después en el descomunal Roots. Y, pese al empeño de gentes como el general Enrique Rodríguez Galindo, quien les tuvo en vilo con una demanda entre 1993 y 2001, así defendieron siempre sus raíces: con los músicos, partiendo de lo ya hecho, ahondando en ellas a la búsqueda de significativas y coloristas nuevas vueltas de tuerca, quedando plasmadas en canciones como Gora HerriaKolore BiziaChaquito (tema en el que se atrevieron incluso con la salsa: incluidas estas dos últimas en su impactante disco negro Borreroak baditu milaka aurpegi) o en Ideia Zabaldu al completo, su penúltimo trabajo, antes de despedirse en 1996 con Salam, agur. En este disco, a modo de agradecimiento, homenajearon hasta a quince artistas de cabecera suyos, foráneos mayoritariamente como Otis Redding, Minor Threat, Public Enemy o Dead Kennedys, aplicando de facto la banda al hecho musical un concepto del que en cuestión de pocos años comenzaríamos a oír hablar, la ‘globalización’: algo bueno tenía que tener…

Tres veces más vi a Negu Gorriak: en Saturrarán, Gipuzkoa, junto con Mano Negra (enero de 1992, no diremos que irrepetible el concierto porque a la vista de la expectación generada se programaron dos fechas, viernes y sábado); Pamplona, pabellón Anaitasuna,  mayo de ese mismo año (Tour 91+1), siendo la producción impactante a todos los niveles) y en 1994 en Burlata, compartiendo escenario y causa con Soziedad Alkohólika a una con la presentación del colectivo insumiso Nafarroa Intsumitua. De este concierto no disfruté como de los anteriores: dados  mis antecedentes al otro lado de la barra y como parte implicada en el nuevo colectivo, me tocó ejercer de camarero.

Finalmente 1996 vio el adiós de Negu Gorriak, yéndose como llegaron a nuestras vidas, por sorpresa; dejando un incontestable legado de discos, giras y coherencia artística e ideológica, quedando perfectamente rubricado esto último en febrero de 2001 con un regreso puntual: cosa de que de pronto hubiera algo que celebrar. Y es que, tras años y años en vilo, de repente llegó ella, la victoria sobre Galindo. La más esperada y deseada de las victorias, ‘Gurea da garaipena’, algo que el grupo festejó a lo grande, ‘Marcha triunfal’, lo hubiera denominado Rubén Darío: reuniendo en tres macro-conciertos a unas 30.000 personas, 30.000 afortunadas almas que, al igual que su inmensa legión de seguidores, nunca los olvidarán.

J. Óscar Beorlegui

Mi primera vez: así descubría Fito & Fitipaldis

1997, septiembre. De aquellas, yo seguía escribiendo en El Tubo, algo que hice hasta que desapareció la publicación. Un buen día fui a Bilbo para entrevistar a Platero y Tú por la publicación de 7, su séptimo trabajo; y  en uno de los lances del juego, tras comentar Iñaki Antón algunas jugadas también relacionadas con Extremoduro (pocas semanas antes había terminado en Donostia la gira de los de Roberto Iniesta y había comenzado la de Platero y Tú, compartiendo ambos grupos cartel y guitarrista), salió a relucir un nuevo nombre, Los Fitipaldis, siendo posiblemente en esa entrevista la primera vez que se publicó: “los cuatro hemos hecho algo a raíz del parón de Platero… Tenía unas canciones, vi que había tres meses pa´ vacilar y monté un rollo de amigos”, comentó el bueno de Fito sin ser consciente, o sí, de que estaba en puertas de un cambio. Sea por lo que fuere, en cuestión de poco tiempo Fito pasaría de cantar “Pero hoy no nos queda ilusión / y los sueños se pudren” (Si miro a las nubes, de 7) a entonar, acompañado por Roberto Iniesta a la voz, que estaba muy bien en su nube azul, Trozos de cristal. Fito & Fitipaldis. Pronto, muy pronto Gorka Limotxo se echaría a un lado y cedería su espacio a un soldadito marinero que le abriría todas las puertas a Fito. Que le llevaría al mejor de los puertos. 

La verdad es que en lo referente a mi ‘carrera’ de escribiente de rock & roll no me podía quejar, haciendo esos años entrevistas tan especiales para mí como la hecha en 1996 a Iñaki Antón como miembro de Extremoduro (marzo, tal vez la primera que hizo como integrante de dicha banda, sin que ni él ni yo supiéramos que era la primera), la realizada a él y a Robe en 1998 con motivo de la publicación de Canciones prohibidas o, ya en 1999, la que hice a las dos semanas o así de conocerles a otros grandes, los Marea.

Estuve en el concierto de Anoeta de Platero y Tú y Extremoduro, de estructura similar a la de los ofrecidos por las dos bandas juntas y revueltas en 1996. Sobre el escenario Iñaki era el hombre a una guitarra pegado, tal y como lo hubiera definido Francisco de Quevedo… El bolo, último de la gira de Extremo y primero de la de Platero (así concebidas las giras para que ‘Uoho’ pudiera grabar con unos mientras giraba con los otros), comenzó con una primera hora de Platero y Tú, sonando a continuación Jesucristo García y recogiendo el testigo así Extremoduro. A la hora, retornaron los primeros, haciendo lo propio a la media o así los segundos… Finalmente, la cosa acabó en orgía, con las dos bandas haciéndoselo al alimón como traca final hasta quedar rematado el polvo con Ama, ama, ama y ensancha el alma

Un año más tarde, el sueño ‘fitipaldi’ del soñador que siempre fue Fito comenzaría a materializarse con la publicación de un disco, A puerta cerrada, álbum concebido a corazón abierto que rebosaba intimidad, complicidad y desnudez por todos sus cortes, descolocando a propios y extraños tanto con la música como con las letras de las canciones: sin duda el contacto casi diario con la lucidez de Robe y el haber comenzado ya el trato con Manolillo Chinato estaban haciendo su trabajo. Con el paso del tiempo Fito acabaría siendo uno de los tres puntales sobre los que se erigiría el proyecto Extrechinato y Tú, que ya se estaba fraguando. ¿Cual fue el primer paso que le llevó a ello?

1996. Tras dar Platero y Tú y Extremoduro el último concierto de la que había sido la gira del año (sábado 10 de noviembre, Palacio de los Deportes de la Comunidad de Madrid), encontrándose Fito de madrugada en su habitación, entró Robe con una especie de contrato redactado en un folio, y le pidió que lo firmara. “Fito, echa aquí una firma”, y Fito, a cambio de que le dejara dormir, sin ver de qué se trataba lo firmó. Sin comerlo ni beberlo se había comprometido a participar en la grabación de un próximo disco basado en la poesía de Manolo Chinato. Qué suerte tuvimos.

A puerta cerrada sorprendió por su sencillez, destilando un rock & roll de trago fácil pese a la variedad de los ingredientes utilizados en el cóctel: blues, rockabilly, swing, charlestón… Sin dejar de lado guiños hasta al flamenco, quedando plasmado lo dicho en un surtido de canciones como Rojitas las orejas, Barra americana, ¡Qué divertido!Mirando al cielo, Ojos de serpiente… más que perfectas para volver a ser persona las mañanas de resaca o para resucitar las tardes de domingo. O como Quiero beber hasta perder el control, versión de Los Secretos hecha con Enrique Urquijo aún en vida que, personalmente, me llevaba a canciones de 7 como Al cantar o Qué larga es la noche: aunque aún disfrutaríamos de otro disco más de Platero y TúCorreos, a la vista del alma de las canciones de A puerta cerrada, claramente podríamos afirmar que esas dos canciones apuntadas, Al cantar o Qué larga es la noche, son de transición. 

Recuperando el espíritu de aquella gira de 1996, 1999 vio la salida de gira de los extremeños con Fito como encargado de abrir los conciertos, comenzando el tour en Pamplona el 20 de marzo (“deja que llegue / la primavera”…) y pasando por Donostia nuevamente en septiembre. Se cuenta, se dice, que en el habitual ambiente de compadreo reinante entre Robe y Fito, el primero le dijo al segundo que quería salir de gira, a ver si sabía de algún grupo que tuviera algún cantante peor que él. “No me jodas”, respondió el de Bilbo… Ya en los conciertos, tras la actuación de Fito & Fitipaldis, se producía el cambio de bandas sin que la música dejase de sonar. El cambio tenía lugar cuando terminaba Mientras tanto, versión de Leño que se incluiría años después en Los sueños locos. Nada más concluir la canción, bajo los primeros acordes de Salir (banderín de enganche de Extremoduro de aquel año), giraba 180 grados la tarima redonda sobre la que reposaban dos baterías,  plantándose como por arte de magia el baterista de Extremoduro ante los estupefactos ojos de los presentes e incorporándose acto seguido al escenario los músicos y Robe de cara al comienzo propiamente dicho de la canción. Así, con Platero y Tú en el dique seco nuevamente e Iñaki enfrascado al cien por cien en Extremoduro, todo quedaba en casa, yendo Fito también de gira y pudiendo disfrutar además de grandes minutos de oro, como los que vivía al salir al escenario para cantar en Golfa

2001, el año de la desaparición fáctica de Platero y Tú, trajo un segundo disco de Fito & Fitipaldis, con el que llevarían a cabo su primera gira de salas antes de que explotara todo: algo que ocurrió en 2004, cuando de manos de un tema titulado Soldadito marinero, segundo single de Lo más lejos, a tu lado, tras años de tocar y tocar, Fito tocó a mano abierta el cielo con las manos, catapultando la canción al grupo hasta unas dimensiones en las que ni él mismo, en el mejor de sus sueños locos, soñó. 

Fito & Fitipaldis presentaron Los Sueños locos el 12 de enero de 2002 en la recordada sala Artsaia de Pamplona, llenándola por completo. Con el enfervorizado público lo más lejos, a su lado, en su último concierto en Navarra fuera de grandes recintos: espacios en los que, al igual que en el resto del país, su presencia se convertiría en habitual.

Tal y como hiciera en sus primeros trabajos, en el tercer álbum de Fito también se incluiría una versión, siendo esta vez la elegida Quiero ser una  estrella, de Los Rebeldes. Esta forma de proceder, rendir homenaje y sincero tributo a músicos que en opinión de Fito así lo merecían, se mantendrá en todos los trabajos del pequeño gran bilbaíno, viéndose incluidas en ellos versiones de Deltoya, Extremoduro (Por la boca vive el pez); Todo a cien, La Cabra Mecánica (Antes de que cuente diez); Nos ocupamos del mar, Javier Krahe (Huyendo conmigo de mí) o la de Entre dos mares de su banda madre, Platero y Tú, incluida en Fitografías. Y todo ello, ya que estamos, sin dejarnos en el tintero las enormes revisiones hechas a temas de Barricada (Callejón sin salida, con Robe también tomando parte) o La Negra Flor, de Radio Futura… Y sin dejarnos en el olvido la del Y yo qué sé de Tequila, perpetrada con Platero y Tú y Extremoduro en 1997. Llegados a este punto me pregunto, ¿habrá habido dos bandas que hayan colaborado más entre sí? ¿Dos bandas hermanadas como estas? En caso de que sí, me las presenten. Hasta entonces, mientras tanto, seguiremos esperando, mirándole a la luna el ombligo por ejemplo… ¿Las habrá? Irrepetibles ambas. Seguro que no. 

Mi primera vez: así descubría a Koma

Estamos en Arazuri, pueblo cercano a Pamplona, finales de agosto de 1994; mi aún veinteañero yo, con 27 años, ejerce de camarero en el bar de las piscinas. De socorrista ‘etílico’ tal y como me gustaba definirme. Son  fiestas. La orquesta encargada de amenizar la velada va a venir a cenar. Tras la cena, tiempo de cafés y copas, charlo unos momentos con uno de los músicos, melenudo. Nos hemos debido detectar. Se trata del guitarrista, y se muestra ilusionado con su nuevo grupo de metal. No me dice nombre. Lo que sí comenta es que en las noches de verbena se viene arriba cuando tiene oportunidad de colar algún punteo. Parece que esas veces son las menos, le noto algo quemado…

1995, mayo, sábado 20. Desde otoño del mes anterior estoy trabajando en Burlada, soy uno de los responsables del Zumadi Taberna. Dicho mes se está celebrando en el pueblo la segunda edición de un ciclo de conciertos,  Maiatza Rock, que, organizado por la peña Euskalherria desde el año anterior, ha llegado hasta nuestros días. La cosa consistía en programar en la sede de la peña un concierto gratuito cada sábado del mes, estando previsto para esta semana un grupo llamado Koma. Un cliente, conocedor (y tal vez sufridor) de mis gustos musicales, me dijo que fuese a verlos, que me iban a gustar. Además ya se notaba cierto runrún en el pueblo acerca de las posibilidades de aquel grupo, y ya se sabe qué se dice del río, que cuando suena…

Así pues, fui a verles. Y vaya que si llevaba, y no solo agua, aquel río: de todo y en abundancia. Un estrepitoso y extremo caudal.  Y a quién vi sobre el escenario… A Natxo Zabala a las seis cuerdas, a quien había conocido meses atrás como guitarrista de aquella orquesta que había recalado en verano en Arazuri.

Qué kaña aquellos Koma, chispa y estado de inspiración en estado puro: incontestables los primeros rugidos de la fiera. Qué brutalidad musical en puertas de editar su devastadora primera maqueta, cinta que vería la luz a pocas semanas de aquel terremoto: porque eso representaron en nuestra primera vez Brigi, a las guitarras y a la voz; Rafa, al bajo a segundas voces; Natxo, a las guitarras y a los coros, y Juan Karlos a la batería, una sacudida en toda regla. Tal fue la sensación que me causaron que cerca del final del concierto, con la banda derrochando insultante poderío marcándose una bestial versión del Territory de Sepultura, hablé con alguien de otra peña de Burlada, la Aldabea (sita enfrente del Zumadi) sobre la posibilidad de ofrecerles tocar en fiestas de agosto en nuestra calle. Y así lo hicimos. El  sabor de boca que nos quedó fue tan bueno que en 1996 repetimos la jugada, llenándose en ambos casos la calle hasta los topes.

En los años testigo de estas primeras veces que estoy rememorando, era  moneda corriente entre las bandas primerizas sazonar con alguna que otra versión los repertorios, para que tiraran del carro propio: esto es, de los temas de cada cual, algo que hicieron con singular maestría Parabellum (Bronka en el bar, basado en el Banned from the pubs de Peter and the Test Tube babies); Su Ta Gar (Haika mutil, de Mikel Laboa); Vendetta (Egunero, de Hertzainak) o Soziedad Alkohólika, acertando todos los citados a la hora de llevarse a su terreno la esencia de los temas originales. Dándoles poderosamente un toque de gracia que hacía suyas canciones ajenas de modo incontestable, algo que los Koma bordaron con la canción de Sepultura (qué pena que no llegaran a grabarla y que muy pronto dejaran de tocarla) y, años después, con el Marea gora de Itoiz, canción del verano en Euskal Herria en 1997.

La maqueta que impulsó y propulsó a Koma vio la luz en junio de 1995. Un día, de buena mañana, pasó Natxo por el bar para dejar unas cuántas para ver si se vendían, siendo bares como el nuestro punto de venta habitual de publicaciones alternativas y artefactos sonoros de aquel tipo. Entrados en conversación, incluso estuvimos dándole vueltas a un tema siempre recurrente habiendo bandas nóveles de por medio, a ver cómo podrían distribuirla. A ver cómo podrían hacer llegar la maqueta fuera de Navarra. Yo le propuse lo siguiente, hacer un listado con los garitos que se anunciaban en el TMEO, contactar con los distribuidores de la revista y, a cambio de un porcentaje, que el grupo les dejara en depósito una cantidad de cintas para que ellos las repartieran aquí y allá. Pero no hizo falta poner en marcha la estrategia: las 1000 copias fabricadas volaron en cuestión de días, despertando la fiera definitivamente y comenzando a  descargar su furia por doquier.

Parte de culpa de lo dicho fue la inclusión en la cinta de canciones imprescindibles desde entonces como Tío Sam, con Brigi y Rafa al límite a las voces, bajista y autor este último de las agridulces y en ocasiones sardónicas letras del grupo. Al filo. Tan afilados ambos como afinados los instrumentos; Caer El Pobre, portadoras en su esencia de una frescura, una fuerza y una garra por demás. 

Abriendo las lindes de una nueva concepción del metal, dándole a la escena metálica la vuelta de tuerca que venía pidiendo a gritos, los Koma representaban un engranaje sonoro musicalmente perfecto. La tormenta perfecta, sonando cada componente exactamente como tenía que sonar. Además los músicos de Koma contaban con hojas de servicios previas a sus espaldas, no en vano habían militado durante años en diferentes formaciones de heavy metal antes de terminar dando con la tecla correcta: y ese era su aval de cara a sonar bien. Y así les fue a los Koma desde el primer día, viento en popa a toda vela. No eran unos recién llegados, y se notaba.

Fruto de mi pasión por la música y de mis ya por entonces irreprimibles ganas de escribir (nunca había escrito en público con regularidad), en otoño de 1994, echándole todo el morro del mundo (tal y como se hacían antes las cosas: háztelo tú mismo), comencé a colaborar en El Tubo, periódico musical publicado en Bilbao. Y para ser debutante no se me dio mal, entrevistando de inmediato a Pako Eskorbuto y a bandas como Flitter, la Polla Records o MCD antes de que, a una con el lanzamiento del primer disco de Koma, me tocaran en suerte: por cierto, la primera banda a la que entrevisté fue la Bunker Band, y en ella estaba Brigi a la batería, instrumento que había tocado hasta entonces y para el que lo recuperaría años después El Drogas, a una con la resurrección de Txarrena. La segunda banda en pasar por mi grabadora fueron Nahi Ta Nahiez, donde tocaba los teclados un jovencísimo Gorka Urbizu antes de convertirse en guitarrista y voz de Berri Txarrak, dando un salto desde la trasera a la ‘pole position’ del escenario igual que el protagonizado por un Brigi que, hasta la creación de Koma, nunca había cantado en público ni se había colgado una guitarra.

La personalidad de Brigi al frente de Koma imponía, era mastodóntica. Colosal. La personificación de todas fuerzas de la naturaleza, siendo un coloso en llamas en las pasionales distancias cortas del directo, las únicas verdaderas. Muchas veces fui testigo de ello en aquellos primeros años, llegando a viajar en la furgoneta ‘komatosa’ siempre que podía: aún recuerdo conciertos como los de Fontellas (1996, un tanto accidentado, cosa de la idiosincrasia de las gentes de la Ribera de Navarra), el de las txoznas de Sanfermines y el de la fiesta de El Tubo en la sala Artsaia (ambos ese mismo año) y otro en Elorrio un año más tarde, adonde tuvieron que desplazarse desde Valencia en avioneta porque que si no no llegaban. Yo y el manager viajamos en la furgo desde Pamplona, había que llevarla hasta el punto del concierto para que el grupo pudiera volver a casa.Tras años y años de contundentes grabaciones y siempre solventes conciertos (Koma siempre fueron los mejores en su género) el grupo  colgó los instrumentos en 2012 en apariencia para siempre… Pero no, la fiera no estaba durmiendo para siempre, despertando en 2018 y volviendo a rugir poniendo los puntos sobre las íes como solo ellos sabían hacer. Demostrando con su despertar seguir siendo Koma. Lo que siempre fueron a todos los niveles, un punto y aparte en directo. 

J. Óscar Beorlegui